La Copa es una competición que tradicionalmente gustaba
mucho al Aficionado Atlético. Hasta hace unos años nos la tomábamos en serio,
si puede decirse así. Creo recordar que, hasta aquel año que nos eliminó el
Albacete (curiosamente, supuso la bendición de la Llegada), éramos el equipo
que menos veces había caído contra un rival de inferior categoría (Basconia y Rayo
Vallecano).
En los últimos tiempos, en cambio, la hemos dejado un poco
de lado. Desde que ganamos la final de 2013 al madri$ en el cuernódromo (como
siempre se ha hecho allí), apenas hemos pisado un par de semifinales. Otra
competición más fresita ha robado nuestro corazón copero a cambio de
mucho dinero y no pocos sinsabores.
Con la liga perdida, parece que este año se ha apostado todo
a la Copa. Tras eliminar al Lugo, que lo puso complicadísimo, el sorteo nos
emparejó con los otro$. Un partido no menos duro que el de los gallegos, ¡por
fin disputado en el Metropolitano!, nos llevó a esta eliminatoria de cuartos,
también en casa, que nos ha recordado lo que es de verdad y lo que nos gusta
este Torneo (así, con mayúsculas).
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En las vísperas de Partido gordo, y a pesar de la
situación del Sevilla éste lo era, todos solemos sacar lo mejor de nuestro
repertorio, con el estómago literalmente encogido todo el puñetero día. Así, madrugar
cuesta menos que otros días y salimos de casa ya engalanados para la ocasión. Vamos
subiendo canciones motivacionales para ponernos en tensión (Raining Blood,
de Slayer, fue mi apuesta para la fecha). También completamos un desayuno más
especial de lo normal, donde no pueden faltar, mínimo, un par de porras (o unos
churros). Asimismo, se abrevian comidas y reuniones, pues no hay tiempo que
perder. Y todo el día con los nervios a flor de piel, pidiendo la hora de salir
desde el Ángelus de mediodía en oficinas, talleres, aulas o domicilios.
(Un horrible accidente nos encogió a todos el corazón y
supuso un bajonazo tremendo en el día. No obstante, había que seguir. Por
Nosotros y por Ellos).
Había que estar pronto para disfrutar de la previa. Muchos
de ustedes saben que no he sido muy de previas. Un buen pospartido, en cambio,
sí me ha motivado siempre. Y me sigue motivando, ojo. Pero, de un tiempo a esta
parte, unos sujetos de Alcorcón y alrededores (y no tan alrededores) me tienen
secuestrado las horas previas al partido. Un cubo, unas cervezas, algún
pitillo y un poco de palique hacen más ¿entretenida? la espera, con situaciones
hilarantes por momentos. (Se les quiere, Señores).
La previa fue un poco más breve de lo normal. Por una
vez, y sin que sirva de precedente, se tenía que intentar entrar pronto. Antes,
eso sí, había que saludar a todos los Camaradas que apuraban sus cervezas en la
locura del Bendita (por supuesto, también se les quiere, Señores). En fin, que se
volvió a entrar sobre la hora. Una vez más.
Una cosa, si me permiten. Me parece muy bien lo de los
recibimientos y tal. Bengalas y botes de humo dan un colorido espectacular al
momento de la llegada del Equipo. Pero si no se controla, supone un esfuerzo,
creo, innecesario. Donde hay que animar al máximo es en el Partido, que veo a
muchos desgañitándose entregados en la previa y muertos después en la Grada. Denle
una vuelta.
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Tras un minuto de silencio sobrecogedor, comenzó el partido.
Ambos equipos salieron a guardar la ropa, porque lo de nadar se antojaba complicado.
El planteamiento del Sevilla fue magnífico. Cada uno juega con las armas que
tiene y/o quiere, y no hay por qué hacer un drama o criticarlo, cosa que se hace
sistemáticamente con el Atlético, ora porque somos defensivos, ora porque
descuidamos la defensa. El Sevilla controló esos primeros momentos a la
perfección, teniendo la pelota, mareándola, mientras aparecía alguna ocasión. Y
casi la tuvieron en un error en la salida de balón. El Atlético, mientras, se
tomaba el partido con calma, sabedor de que lo primero era el control de juego,
que no la posesión. Una acción aislada, con Molina rompiendo, supuso un penalti
muy claro que hasta el ¿inestable? Gil Manzano, ¡SORPRESA!, se vio obligado a señalar.
Un inoportuno resbalón (¿y cuándo son oportunos?, se preguntarían, por
ejemplo, Hugo Sánchez y, sobre todo, John Terry) de Antoine mando el balón a Pueblo
Nuevo. Curiosamente, esta fatalidad fue como un toque de corneta para Equipo y
Grada y el Atlético comenzó a dominar, también el balón, metiendo atrás a unos visitantes
que, tampoco nos engañemos, se encontraban muy cómodos. Y así se llegó al
intermedio.
La vuelta trajo a un Atlético aún más dominador. A pesar de
no ser su mejor partido, Griezmann rondó el gol. Una chilena suya, fantástica, salió
alta por muy poco. A la hora de encuentro Simeone nos paró el corazón con un
doble cambio inexplicable. Ángel Correa y Memphis salieron por ¡Morata y
Antoine! Todos imaginábamos que los sustituidos estaban reventados, pero muchos
vimos la cosa en chino. El partido se abrió un poco y llegó alguna ocasión más o
menos clara. Memphis consiguió marcar pero la linier levantó el banderín y la
banda del VAR lo confirmó. También dio un susto, y grande, el Sevilla en un remate,
en el área pequeña, que salió a Torre Arias. El partido estaba decidiéndose. Un
gol mandaría al rival a casa.
Una inmensa jugada de Correa, combinación perfecta de clase,
coraje y corazón (lo que es Angelito), terminó en sublime asistencia a Memphis,
que anotó el gol, a la postre, decisivo. El Calderón explotó. Perdón, el
Metropolitano. ¡Ojo, Señores, Correa y Memphis! Memphis y Correa! Perdón, Diego
Pablo; lo que realmente es inexplicable es que alguien pueda/podamos dudar.
Hasta el final del partido no debería pasar nada más y así
fue hasta el último minuto de descuento.
Mi compadre Rubén estuvo toda la segunda parte diciendo que debíamos
evitar cualquier contacto en el área, ya que el ínclito Gil Manzano estaba como
loco por pitar uno. No se equivocó. Un error, esa manía de tener últimamente
que sacar todo balón jugado, supuso una pérdida en zona de riesgo y balón dentro,
que queda dividido entra Barrios y Lamela. Pablo arriesga infinito y el
sevillista cae. El ínclito marca penalti. Adiós. Otra puta prórroga.
Hete aquí que el VAR llama al pitero. La conversación
fue, más o menos, así:
VAR- Troooonco. Para, para, no te vengas arriba que no hay
penalti ni de coña.
J.G.M.- Venga, coño. Like a cathedral of Burgos.
VAR- Que no coño, en serio, que vamos a tener una movida
de flipar si lo pitas.
J.G.M.- No me hagas esto, joder, que ando moscatel con el
Atleti por lo del jueves pasado.
VAR- Tú mismo. Pero a ti te van a crujir y a mí a crucificar.
J.G.M.- ¿Y qué hacemos?
VAR- Tronco, tú haz lo que veas, pero a mi no me metas.
Ve a revisar la jugada, pita penalti si te sale de los cojones y te comes tú
solito el marrón.
J.G.M.- Venga, va. Voy, veo y pito. Como Julio César.
VAR- (Este tío es tonto).
…
J.G.M.- Hostia, tú, que no hay penalti, que el del Atleti
toca balón.
VAR- Te lo estoy diciendo.
J.G.M.- Pues mi gozo en un pozo, porque como lo pite me
mandan a Tercera Regional.
VAR- (Este tío es tonto).
J.G.M.- Pues no voy a pitarlo. Yo, como los de Media
Markt, no soy tonto.
VAR- Di que sí, chaval. (Este tío es muuuuy tonto).
La corrección supuso una especie de segundo gol del Atleti e
inmediatamente después se llegó al final. Júbilo y celebración. Estábamos en
semifinales.
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Cuando la noche de Madrid se tiñe de rojiblanco, la ciudad más
bonita del mundo es aún más bonita. Y, tras el partido, Madrid se puso
guapísima para quedar con su Atleti y salir a bailar.
Y quizá no salgamos campeones. La semifinal va a ser
durísima. Lo que está claro es que ya nos hemos tomado alguna noche a cuenta.
Por lo que pueda pasar, que nos quiten lo bailado.
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Esta crónica va dedicada a los tres Sevillistas fallecidos
el jueves viniendo a Madrid. Todas mis condolencias para familiares, amigos y
aficionados del Sevilla.
Descansen En Paz.