Atlético por la Gracia de Dios.

Quiero dedicar este blog a mi hermana pequeña Pilar, que está en el Tercer Anfiteatro del Calderón compartiendo grada con muchos de los nuestros. Va por ella. Va por ellos.

lunes, 29 de enero de 2024

DE AHORA EN MÁS: VAMOS A SALIR CAMPEÓN



La Copa es una competición que tradicionalmente gustaba mucho al Aficionado Atlético. Hasta hace unos años nos la tomábamos en serio, si puede decirse así. Creo recordar que, hasta aquel año que nos eliminó el Albacete (curiosamente, supuso la bendición de la Llegada), éramos el equipo que menos veces había caído contra un rival de inferior categoría (Basconia y Rayo Vallecano).

En los últimos tiempos, en cambio, la hemos dejado un poco de lado. Desde que ganamos la final de 2013 al madri$ en el cuernódromo (como siempre se ha hecho allí), apenas hemos pisado un par de semifinales. Otra competición más fresita ha robado nuestro corazón copero a cambio de mucho dinero y no pocos sinsabores.

Con la liga perdida, parece que este año se ha apostado todo a la Copa. Tras eliminar al Lugo, que lo puso complicadísimo, el sorteo nos emparejó con los otro$. Un partido no menos duro que el de los gallegos, ¡por fin disputado en el Metropolitano!, nos llevó a esta eliminatoria de cuartos, también en casa, que nos ha recordado lo que es de verdad y lo que nos gusta este Torneo (así, con mayúsculas).

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En las vísperas de Partido gordo, y a pesar de la situación del Sevilla éste lo era, todos solemos sacar lo mejor de nuestro repertorio, con el estómago literalmente encogido todo el puñetero día. Así, madrugar cuesta menos que otros días y salimos de casa ya engalanados para la ocasión. Vamos subiendo canciones motivacionales para ponernos en tensión (Raining Blood, de Slayer, fue mi apuesta para la fecha). También completamos un desayuno más especial de lo normal, donde no pueden faltar, mínimo, un par de porras (o unos churros). Asimismo, se abrevian comidas y reuniones, pues no hay tiempo que perder. Y todo el día con los nervios a flor de piel, pidiendo la hora de salir desde el Ángelus de mediodía en oficinas, talleres, aulas o domicilios.

(Un horrible accidente nos encogió a todos el corazón y supuso un bajonazo tremendo en el día. No obstante, había que seguir. Por Nosotros y por Ellos).

Había que estar pronto para disfrutar de la previa. Muchos de ustedes saben que no he sido muy de previas. Un buen pospartido, en cambio, sí me ha motivado siempre. Y me sigue motivando, ojo. Pero, de un tiempo a esta parte, unos sujetos de Alcorcón y alrededores (y no tan alrededores) me tienen secuestrado las horas previas al partido. Un cubo, unas cervezas, algún pitillo y un poco de palique hacen más ¿entretenida? la espera, con situaciones hilarantes por momentos. (Se les quiere, Señores).

La previa fue un poco más breve de lo normal. Por una vez, y sin que sirva de precedente, se tenía que intentar entrar pronto. Antes, eso sí, había que saludar a todos los Camaradas que apuraban sus cervezas en la locura del Bendita (por supuesto, también se les quiere, Señores). En fin, que se volvió a entrar sobre la hora. Una vez más.

Una cosa, si me permiten. Me parece muy bien lo de los recibimientos y tal. Bengalas y botes de humo dan un colorido espectacular al momento de la llegada del Equipo. Pero si no se controla, supone un esfuerzo, creo, innecesario. Donde hay que animar al máximo es en el Partido, que veo a muchos desgañitándose entregados en la previa y muertos después en la Grada. Denle una vuelta.

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Tras un minuto de silencio sobrecogedor, comenzó el partido. Ambos equipos salieron a guardar la ropa, porque lo de nadar se antojaba complicado. El planteamiento del Sevilla fue magnífico. Cada uno juega con las armas que tiene y/o quiere, y no hay por qué hacer un drama o criticarlo, cosa que se hace sistemáticamente con el Atlético, ora porque somos defensivos, ora porque descuidamos la defensa. El Sevilla controló esos primeros momentos a la perfección, teniendo la pelota, mareándola, mientras aparecía alguna ocasión. Y casi la tuvieron en un error en la salida de balón. El Atlético, mientras, se tomaba el partido con calma, sabedor de que lo primero era el control de juego, que no la posesión. Una acción aislada, con Molina rompiendo, supuso un penalti muy claro que hasta el ¿inestable? Gil Manzano, ¡SORPRESA!, se vio obligado a señalar. Un inoportuno resbalón (¿y cuándo son oportunos?, se preguntarían, por ejemplo, Hugo Sánchez y, sobre todo, John Terry) de Antoine mando el balón a Pueblo Nuevo. Curiosamente, esta fatalidad fue como un toque de corneta para Equipo y Grada y el Atlético comenzó a dominar, también el balón, metiendo atrás a unos visitantes que, tampoco nos engañemos, se encontraban muy cómodos. Y así se llegó al intermedio.

La vuelta trajo a un Atlético aún más dominador. A pesar de no ser su mejor partido, Griezmann rondó el gol. Una chilena suya, fantástica, salió alta por muy poco. A la hora de encuentro Simeone nos paró el corazón con un doble cambio inexplicable. Ángel Correa y Memphis salieron por ¡Morata y Antoine! Todos imaginábamos que los sustituidos estaban reventados, pero muchos vimos la cosa en chino. El partido se abrió un poco y llegó alguna ocasión más o menos clara. Memphis consiguió marcar pero la linier levantó el banderín y la banda del VAR lo confirmó. También dio un susto, y grande, el Sevilla en un remate, en el área pequeña, que salió a Torre Arias. El partido estaba decidiéndose. Un gol mandaría al rival a casa.

Una inmensa jugada de Correa, combinación perfecta de clase, coraje y corazón (lo que es Angelito), terminó en sublime asistencia a Memphis, que anotó el gol, a la postre, decisivo. El Calderón explotó. Perdón, el Metropolitano. ¡Ojo, Señores, Correa y Memphis! Memphis y Correa! Perdón, Diego Pablo; lo que realmente es inexplicable es que alguien pueda/podamos dudar.

Hasta el final del partido no debería pasar nada más y así fue hasta el último minuto de descuento.

Mi compadre Rubén estuvo toda la segunda parte diciendo que debíamos evitar cualquier contacto en el área, ya que el ínclito Gil Manzano estaba como loco por pitar uno. No se equivocó. Un error, esa manía de tener últimamente que sacar todo balón jugado, supuso una pérdida en zona de riesgo y balón dentro, que queda dividido entra Barrios y Lamela. Pablo arriesga infinito y el sevillista cae. El ínclito marca penalti. Adiós. Otra puta prórroga.

Hete aquí que el VAR llama al pitero. La conversación fue, más o menos, así:

VAR- Troooonco. Para, para, no te vengas arriba que no hay penalti ni de coña.

J.G.M.- Venga, coño. Like a cathedral of Burgos.

VAR- Que no coño, en serio, que vamos a tener una movida de flipar si lo pitas.

J.G.M.- No me hagas esto, joder, que ando moscatel con el Atleti por lo del jueves pasado.

VAR- Tú mismo. Pero a ti te van a crujir y a mí a crucificar.

J.G.M.- ¿Y qué hacemos?

VAR- Tronco, tú haz lo que veas, pero a mi no me metas. Ve a revisar la jugada, pita penalti si te sale de los cojones y te comes tú solito el marrón.

J.G.M.- Venga, va. Voy, veo y pito. Como Julio César.

VAR- (Este tío es tonto).

J.G.M.- Hostia, tú, que no hay penalti, que el del Atleti toca balón.

VAR- Te lo estoy diciendo.

J.G.M.- Pues mi gozo en un pozo, porque como lo pite me mandan a Tercera Regional.

VAR- (Este tío es tonto).

J.G.M.- Pues no voy a pitarlo. Yo, como los de Media Markt, no soy tonto.

VAR- Di que sí, chaval. (Este tío es muuuuy tonto).

La corrección supuso una especie de segundo gol del Atleti e inmediatamente después se llegó al final. Júbilo y celebración. Estábamos en semifinales.

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Cuando la noche de Madrid se tiñe de rojiblanco, la ciudad más bonita del mundo es aún más bonita. Y, tras el partido, Madrid se puso guapísima para quedar con su Atleti y salir a bailar.

Y quizá no salgamos campeones. La semifinal va a ser durísima. Lo que está claro es que ya nos hemos tomado alguna noche a cuenta. Por lo que pueda pasar, que nos quiten lo bailado.

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Esta crónica va dedicada a los tres Sevillistas fallecidos el jueves viniendo a Madrid. Todas mis condolencias para familiares, amigos y aficionados del Sevilla.

Descansen En Paz.

miércoles, 25 de octubre de 2023

CANCIONES PARA DÍA DE PARTIDO (¿1?)



Llevo mucho tiempo sin aburrirles y hoy voy a ponerme a ello. En este casiblog, ya saben, nos apasiona el Atlético y la música. Hay partidos que requieren de una motivación extra para darlo todo, después, en la Grada. Hoy voy a poner diez canciones con las que su humilde servidor busca ese puntillo extra. El orden es aleatorio, digamos que para cada partido o cada momento hay un tema.

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1.       Columbia – Oasis

Al margen de ser (ahora mismo) mi tema favorito suyo, los hermanitos me llevan aquí hacia una especie de macarrismo que no puedo explicar exactamente. Canción para partidos de los gordos, especialmente contra los $iervo$, donde hay que entrar en los aledaños del Estadio marcando territorio.



2.       I Gotta Feeling – Black Eyed Peas

Durante mucho tiempo fue el tema que me puse en bucle cuando subía andando, por Madrid Río, al Vicente Calderón. Con este temazo los californianos conseguían, y consiguen, ponerme entre espídico y de buen rollo. Para cualquier tipo de partido, que no sea contra un equipo de los más odiados.



3.       Wake Up – Arcade Fire

Brutal en los momentos que hacía (cada vez menos, la verdad sea dicha) de acompañamiento, principalmente para encuentros donde había que reafirmar una fe en una remontada o poner fin a una mala racha. Una especie de resurrección atlético-espiritual, aunque fuera complicado el objetivo.



4.       I Love It – Icona Pop

Las suecas me acompañaron con esta canción un tiempecillo. Es oírlo y empezar a subir contorneándome (bailando es que es muy optimista) hacia el Estadio. Buenrollismo a tope, principalmente lo usaba en partidos menores. Algún lunes, después de un postpartido largo tras una victoria importante, me acompaña en el metro.



5.       Fortunate Son – Creedence Clearwater Revival

¿Alguien en la sala que no se la haya puesto en un partido contra el mal? Principalmente en casa (si no voy al cuernódromo, no bajo al bar), a todo volumen, para reventarme los tímpanos y entrar con mala sangre desde el inicio. Canción que pondría a la salida del equipo sin ningún género de dudas.



6.       You Really Got Me – The Kinks

Esta viene estupendamente para tiempos donde hay que reafirmar nuestros votos como Atléticos. Por ejemplo, para los 26 de abril, 2 de octubre, …, me va genial; porque, a fin de cuentas, realmente me tienes. TODO TUYO, Atlético de Madrid. De aquí podría salir un cántico alucinante.



7.       Saturday Night's Alright for Fighting – Elton John / The Who

¿A qué sí? Pues eso, que con esta canción Sir Elton John me traslada a una noche de cerveza y fútbol. A todo trapo, sin mirar atrás. Como dice mi Hermano A., ¿y quién mira mal? Muy buena para partidos contra equipos no muy queridos por aquí. Y ya, con la versión de los Who, las posibilidades de multa de 3.0001,00 € se disparan.



8.       Wir Ham’ Noch Lange Nicht Genug – Böhse Onkelz

Qué decir de este temarraco (o de la versión de División 250). Me suele acompañar en momento de la temporada en la que no conseguimos acercarnos al objetivo y necesito terminar de creérmelo. No, no tenemos suficiente todavía. Si alguien deja de creer, caña con ésta.



9.       Fuckin’ In The Bushes Oasis

Repiten los mancunianos con este tema (casi) instrumental que te pone cardíaco perdido. Si recuerdan el contexto donde suena en Snatch, me pasa exactamente lo mismo. Ideal para partidos contra equipos ingleses. Este sería uno de los temas con los que daría la bienvenida al equipo (rival).



10.   Los Perros – Arde Bogotá

Una de las últimas canciones en acompañarme los días de partido. Viene ideal para días en los que todo ha salido mal (casa, trabajo, …) y hay que recuperar sensaciones. Como la epinefrina en vena, nos pondrá taquicárdicos. Si has tenido un mal día en el tajo y se te han quitados las ganas de ir al campo, a tope con ella. Saldrán solas.



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Por supuesto que ha habido muchas más canciones que me han acompañado y me siguen acompañando los días de partido (The Trooper o Run To The Hills de Iron Maiden, alguna de los muy trillados ya AC/DC, Legendario de Tierra Santa, alguna de Krasny Bor o Estirpe, varias de los incipientes y agresivos Carolina Durante, …). Y seguro que ustedes tienen otras. Nada como la música para ponerse las pilas en un partido. A modo de curiosidad, dejo aquí una playlist que preparé con la colaboración de Twitter ATM:

Motivación ATM

¿Continuará?

viernes, 25 de noviembre de 2022

Don Lázaro de Atleti


Se nos acaba de ir, en mi modesta opinión, El Mejor. Último Atlético de aquel Atlético de Madrid, todavía romántico, del que nos enamoramos la gente de mi quinta y anterior. En un fútbol moderno tan carente de valores y pasión, don Lázaro mantuvo siempre la llama que nos enganchó.

Los Atléticos (todos) acabamos de quedar huérfanos de la Persona que más y mejor nos ha representado por todos los rincones del mundo. Descanse en Paz, don Lázaro.

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No fui socio del Atlético de Madrid hasta los diez años.

Tras dos años muy delicados (una operación en la mano derecha, una complicada y tediosa hepatitis y la extirpación de gran parte del riñón izquierdo), en los que pasé un montón de tiempo en el Hospital San Camilo, el siete de julio de 1977 me convertí en socio del Club, con el número 54811. Fue mi Padre, tras darme el Doctor Calero el alta definitiva, el que me preguntó cuál quería que fuese mi regalo. Y eso fue lo que le pedí, quizá un poco como contrapartida al final de mi carrera futbolística profesional.

Mi Padre vio con muy buenos ojos la idea y ambos nos abonamos, en la Tribuna Superior Baja, a la altura de las cámaras de TVE. Nunca tendré claro si fue el convencimiento atlético o el ir al fútbol con sus Amigos por lo que mi Padre se abonó también. Bueno, creo que pesó más lo segundo, sus Amigos. En la Cruz Blanca de Goya, que era donde hacían la previa y el post-partido, había una cuadrilla de Atléticos fetén: don Fernando Almarza, don Javier Merino, don Ángel Limón, don Emilio Tovar y don Lázaro Albarracín. Salvo mi Padre (que Dios me lo guarde muchos años), hoy todos ellos descansan en paz. De aquella cuadrilla aprendí todo lo que soy hoy. Del Atlético y de la vida. Cada momento con Ellos fue un día en la escuela.

El día de partido en el Calderón era fiesta en mi casa. Se comía a mediodía, para estar a las 14:00 en la Cruz Blanca. Tras los dobles de rigor (agua para mí) salíamos hacia el Estadio. Aparcábamos en sitios por lo que hoy se nos ejecutaría. Tras el partido, más dobles (una Coca-Cola para mí, con plato de bocas y cucurucho de patatas). A las 20:30 comprábamos la cena para toda la Familia en el Burger King de Francisco Silvela con Conde Peñalver y rumbo a casa para cenar y ver Estudio Estadio. Lo dicho: una fiesta.

Con el tiempo, en alguna ocasión nos apuntaba mi Padre a algún viaje. Don Lázaro, don Emilio, Don Ángel, Don Gabino y Don Pedro conformaban un quinteto que se desplazaba a cada localidad que visitaba el Atlético. Al partido siguiente en el Calderón, o en la Cruz Blanca, yo escuchaba extasiado los comentarios sobre cada partido/viaje.

La mejor temporada de viajes, en cantidad, fue la 1982/83. Y digo en cantidad, porque en calidad fue un desastre; ya que el Atlético perdió en todos los campos donde le acompañé. Y fueron unos cuantos: Cuernódromo, San Mamés (4-1), La Romareda, Atocha, El Sardinero (4-0) y Luis Casanova. Ya había cierto runrún, no es coña, hacia mi persona sobre si era un poco gafe (o un gafe de cojones, con perdón). A los jugadores, a lo mejor exagero, les cambiaba la cara cuando me veían por el hotel. En el hotel Rhin de Santander tuvo que meterme en un ascensor Clemente Villaverde ya que no quería juntarme con los futbolistas por si acaso. Mientras, Hugo Sánchez hacía como que temblaba.

Don Lázaro, como le recuerdo en aquellos tiempos, era un Atlético racial. La persona que más disfrutaba en los triunfos (Yo ya he cenado, decía) y la que más sufría en las derrotas. Le recuerdo volviendo de Bilbao, en su Mercedes, en los que apenas cruzamos palabra los cuatro que le acompañábamos. Menos de cuatro horas tardamos a Madrid. Obviamente, sin paradas, que no estaba el horno para bollos.

Hasta los dieciséis años estuve creciendo y admirando a estas leyendas. Después comencé a volar y cada vez les veía menos; siempre, eso sí, desde la misma admiración y respeto.

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Don Lázaro se convirtió con el tiempo en directivo del Club, llegando a ser Vicepresidente. No exagero si digo que es la persona que más kilómetros ha hecho siguiendo al Atlético y estando presente en cualquier acto donde se le ha requerido. Un ejemplo de compromiso y lealtad. En unos años donde se iban perdiendo las formas y los valores, don Lázaro siempre nos sirvió de ejemplo.

Hubo años donde sólo nos veíamos en los desplazamientos. Siempre, absolutamente siempre, fue el tipo amable con el que me había criado. Y ojo, que en aquellos momentos hablamos del Vicepresidente del Atlético de Madrid y de un Frentista anónimo. Y hubo algún momento complicado, recuerdo un mal viaje a Santander lleno de problemas, donde siempre se puso a disposición de su gente. El cariño hay que ganárselo y don Lázaro se lo ganó por goleada. En muchos momentos, fue la única persona del Club de la que podíamos sentirnos orgullosos.

He tenido la inmensa suerte de coincidir en muchos actos con él. En uno de ellos conoció a mis Hijos, los Dalton, y yo creo que hasta se emocionó viéndoles ahí tan pequeños y tan Atléticos. Últimamente cada vez participaba menos, su salud ya empezaba a flojear, y cuando participaba era para dar un último adiós (Arteche, San Román, Ángel Limón). Entre medias le recuerdo en un acto de la Unión de Peñas, en una distinción hacia su persona. Siempre al pie del cañón.

Últimamente le felicitaba a través de la simpar Margui Albarracín (todo el ánimo del mundo para ti y los tuyos; especialmente, para doña Margarita), pero ya no le veía. Y lo que son las cosas, en el Aniversario de la Peña Gamonal de este fin de semana pasado, al que la Peña Rock & Roll tuvo el honor de ser invitada, comenté con varios amigos la idea de contar con Él para nuestro próximo aniversario. Tarde y mal, don Lázaro, discúlpeme. Casi vecinos y no caí en hacerlo hasta el sábado. Ya no podrá ser.

Muchas gracias por todo, don Lázaro Albarracín. La deuda que nos queda para con usted es inmensa.

 

FORZA ATLETI SIEMPRE

lunes, 1 de noviembre de 2021

Don Antonio, Caballero Atlético.

En el Día de Todos los Santos, Día en el que recordamos, lloramos y, mejor, reímos a nuestros Ausentes, hoy me he dicho (miento, porque llevo dándole vueltas toda la semana) que por qué coño no recordamos a los que aún tenemos la inmensa suerte de que sigan con nosotros, de los que tanto aprendemos y a los que tanto queremos. Así que vamos a ello y desde este humilde casiblog voy a intentar juntar unas cuantas palabras para homenajear a un Amigo mío.

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Ayer no vino en el autobús de la Peña Rock and Roll nuestro socio más veterano. Poco antes del inmenso partido que jugaría el Atlético de Madrid, se le condecoraría con la Insignia de Oro y Brillantes tras sesenta y cinco años continuados como socio, antes, y abonado, después, de nuestro Club. Don Antonio Berasategui Cano, más de noventa años le contemplan, recibió el homenaje que merecía por parte del Club al que ha seguido, sigue y seguirá durante tanto tiempo. Él y un puñado de Atléticos, pata negra, fueron agasajados como Dios Manda tras tantísimos años de Lealtad.

Mil batallas han contemplado esos ojos azules (preciosos, permítame, don Antonio), muchas victorias, tantas derrotas, pero siempre adelante con Coraje y Corazón. No se enfade, don Antonio, si me niego a tutearle o quitar el Don que antepongo siempre a su nombre. Dice Usted que le hago parecer mayor, pero a nuestros Mandos aprendí a tratarlos así.

Don Antonio viene acompañado siempre por su fiel escudero, caballero del mañana, Marcelo, nieto ejemplar que respeta con inmensa devoción a su Mayor. Algunas veces también viene la incomparable (con permiso, don Antonio) Maribel, admirada Gwenhwyvar, que nos obsequia con su presencia en menos ocasiones de lo que quisiéramos todos sus admiradores. Hacen ustedes una pareja de guapos, pero de guapos de verdad.

Don Antonio, insisto, viene siempre. Siempre adelante. Conquense, afincado en San Sebastian durante tantos años, nos honra partido tras partido con su presencia. Y sé que detrás de ese corpachón, donostiarra de adopción, se esconde una timidez, casi pueril, al que estas torpes líneas ruborizarán. Pero créame, don Antonio, que este homenaje que me atrevo a intentar hacerle es justo, merecido y necesario. Y estoy seguro, Don Antonio, que nuestro añorado Don Fernando estará esbozando esa sonrisa suya tan característica, sabedor que su Amigo recibió ayer la Insignia, aunque ambos hayan sido mas de hechos que de medallas.

Por último, Don Antonio, quiero mandarle ese abrazo recio con que nos saludamos siempre, con el que nos despedimos ayer y con el que nos veremos mañana. HONOR.

 

lunes, 24 de mayo de 2021

Adiós a mi TAC (Trastorno Atlético-obsesivo Compulsivo).


Tras una temporada realmente agónica, con un final tremendo y el título de liga en las vitrinas, he decidido poner punto y final a todas mis manías. Los que me conocen bien, saben que
alguna tengo.

¿Por qué quiero terminar con este TAC? Básicamente, porque cada vez se me hace más cansado tener que estar pendiente de tantas cosas y, sobre todo, porque me ha impedido bastantes veces hacer una vida normal. Alternar, vestir, andar, afeitarme o cortarme el pelo, han sido cosas que se han visto afectadas de una u otra manera, para asegurar la victoria. Últimamente, además, no me está gustando nada el rechazo, cercano a una manía irracional, que comienzo a sentir hacia gente (amigos algunos) que considero gafe. Ni la excesiva dependencia que proyecto hacia personas talismanes. Muy sano no es, ya les digo.

¿Cómo terminar con este TAC? Va a ser muy fácil: contándoselo a todos ustedes. Porque otra de mis manías ha sido no haberlas comentado nunca con nadie, para que todas esas cosillas continuaran siendo efectivas. Pero hasta aquí hemos llegado.

Así que allá vamos.

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Aún me acuerdo cuando era una persona normal. Todo se empezó a torcer la temporada 95/96.

Aquella campaña, realmente magnífica, comenzaron a aparecer una serie de cosas que terminaron por hacerse costumbre, partido sí, partido también. No eran muchas y se centraban principalmente en el atuendo: misma bufanda, mismas Martens, mismos vaqueros, misma camiseta, mismos tirantes, una gorra espantosa de Georgetown Hoyas, …. Sólo una cosa se salía de esto: una moneda de dos mil pesetas, la misma siempre, que todos los partidos guardaba en el bolsillo del reloj de los mismos pantalones.

A medida que la temporada fue avanzando y un Doblete inimaginable se iba acercando, empezaron a acentuarse los síntomas y llegué a volverme, por ejemplo, a casa desde el Calderón por haber olvidado alguna de las cosas mencionadas. En uno de los pocos viajes que no pude hacer (Valencia en Copa, creo que era entre semana), llegué a ponerme todo el atuendo estando en el salón de mi casa, tras ir perdiendo 2-0 al descanso. Todo terminó, tras una segunda parte antológica del Atlético, como ustedes ya saben.

Con Liga y Copa en la talega, decidí que ya estaba bien de hacer el majadero y que había que volver a la normalidad. Nunca había sido especialmente maniático y comenzaba a preocuparme un poco. El día que rompí definitivamente (o eso pensaba) con todo fue en la boda de un buen Amigo. Ese día metí en un sobre, junto al dinero correspondiente, la moneda de dos mil pesetas. Sin decirle nada, ese fue realmente mi regalo.

Luego vinieron muchos años de plomo. Cada vez que iba a casa de aquel buen Amigo, acudía a mi pensamiento la idea de robarle la moneda. Pero no me atreví. Nunca. Ni siquiera a pedírsela de vuelta.

Durante todos esos años recuperé una normalidad que iba en dirección contraria a los éxitos futbolísticos.

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Debió ser, más o menos, hacia la llegada de Diego Pablo Simeone a nuestro banquillo. De pronto, volvíamos a pelear cada partido. Las temporadas ya no terminaban en noviembre. Se volvió a luchar por todo. Se ganaron Ligas, Copas, Europas Leagues, Supercopas varias, …. Se peleó, incluso, a muerte por la Champions (dos finales, alguna semifinal, …). En definitiva, conseguimos vivir diez años mágicos (y los que quedan), en los que mi TAC se agudizó día a día, partido a partido.

Les voy a enumerar las veinte principales manías (son infinitas más) que he conseguido desarrollar para partidos en los que hay algo en juego (casi todos últimamente):

  1. Camiseta. Llevo yendo al fútbol con la misma camiseta desde la temporada 12/13. Se me cae de vieja ya, pero …. Siempre, eso sí, con una camiseta interior (que sólo cambia tras derrota). Y eso que prácticamente todas las temporadas me compro la nueva equipación (alguna tengo sin estrenar).
  2. Pantalones. Hasta que el Equipo pierde un partido, llevo los mismos vaqueros siempre. Sólo después los cambio. Se preguntarán por qué los pantalones sí y la Camiseta no, y no sé qué decirles, la verdad.
  3. Deportivas. Igual que con los pantalones, sólo se cambian en caso de derrota. Si ésta tarda, pues a aguantar con ellas. Sólo en el Atlético-Sevilla de esta temporada, en plena Filomena, me he visto obligado a cambiar las deportivas de la victoria anterior por unas botas de montaña.
  4. Abrigo. Se cae de viejo ya el pobrecillo, pero intento llevar siempre el mismo abrigo impermeable que me regaló en su día mi Hermano Nacho. Haga frío o haga calor, que ni les cuento lo mal que lo paso por estas fechas.
  5. Bufanda. La bufanda es otra de las cosas que puedo permitirme cambiar sólo tras una derrota. Como últimamente apenas se producen, sólo puedo utilizar dos o tres por temporada. Recientemente cambié la que tocaba en esos momentos por una mascarilla a un gran Colega, al que todos los partidos envío un mensaje para que se la ponga. Puede ser que toque, como últimamente, varios partidos seguidos una de lana gruesa en plena ola de calor.
  6. Barba. Si no la he tenido en todo el año natural, me la dejo si se acerca un título (los que me tengan en foto podrán comprobarlo). En cambio, si me la he dejado, apurado perfecto los días de partido.
  7. Pelo. De lo que peor he llevado. Cuando una temporada entra en ebullición, no me lo corto hasta que termina. Es bastante frecuente verme con unas greñas indecentes por estas fechas.
  8. Cruz. En el bolsillo del reloj meto en cada partido, una pequeña Cruz de oro, recuerdo de mi Primera Comunión. Llegué a perderla hace muchos años en el mar, un día de fuerte oleaje, en San Vicente de la Barquera. Al día siguiente, dando un paseo por la playa, la encontré milagrosamente en la arena. Infinidad de veces se me ha extraviado, pero siempre he terminado encontrándola. Gracias a Dios.
  9. Santiguamiento. Tres veces el día de partido: al salir de casa, al salir del piso y al salir de la comunidad. Lo que empezó sólo un día de partido gordo, terminó por hacerse necesario cada vez que salgo de casa.
  10. Baldosa. Todos los días desde hace cinco años me tengo que posicionar sobre la misma baldosa del andén donde hago transbordo para esperar el metro. Si alguien está en mi baldosa, me toca esperar al siguiente convoy.
  11. Paso de cebra. Para cruzar la calle que baja a mi bloque es necesario que vaya casi saltando sobre las líneas blancas sin caer en la oscuras, para acabar cayendo dentro de la tapa de registro correspondiente junto al semáforo.
  12. Tapas de registro. Desde hace unos meses intento caminar sin pisar ninguna, salvo la mencionada en la manía número 11. No se imaginan ustedes la cantidad de tapas que tenemos en Madrid.
  13. Tabaco. En la cancha se dispara, pero estos últimos meses he conseguido racionalizar el número de pitillos al hacerlo por minutos del encuentro de marras: cinco minutos antes del inicio, minuto 22:30, descanso, minuto 67:30, final. Si la cosa va ajustada, los últimos minutos se fuman fuera.
  14. Mechero. Después de la final de Hamburgo, me requisaron en el aeropuerto de Bruselas un zippo (me acordé mucho después en el Camp Nou). Así que me compré uno personalizado. Tiene que estar en cada partido y, por supuesto, prender todos los pitillos con él. Lata de gasolina siempre en casa.
  15. Teléfono móvil. Durante las dos horas de partido he de mantenerlo aparcado y apartado. Sólo en el descanso puedo permitirme alguna incursión, normalmente para ver alguna tontería.
  16. Bar. A pesar de perderme bastantes saraos, tengo que ir siempre al mismo bar, al Despacho. Los parroquianos que allí nos juntamos lo hacemos con nuestras cosillas. Todos. Seguro. Al nuevo se le mira con recelo y ha de pasar el detector de gafes.
  17. Asiento. En el Estadio tengo que estar, más o menos, en el mismo sitio. En el bar tengo que ponerme, sí o sí, en el mismo sitio y, a poder ser, en el mismo taburete (hace poco me regalaron el que fue mi taburete en el Red Córner). No sería algo especialmente malo; si no tuviera que colocar a la gente, como me he visto en la obligación de hacer en los últimos tiempos.
  18. Camino. Los trayectos que recorro durante la semana han de ser exactamente los mismos, vaya al trabajo o al bar. Sólo tras la pérdida de un partido los puedo cambiar, principalmente el de camino al bar.
  19. Mascarilla. Desde que nos vemos obligados a ir enmascarados, he desarrollado la sana costumbre de tener una mascarilla para lunes/martes, martes/miércoles y día de partido. Otra la utilizo los miércoles/jueves. Hay una más para los jueves/viernes. El fin de semana, días sin partido, lo tengo de libre elección.
  20. Radio. Hace tiempo dejé de escuchar los deportivos al acostarme. Ahora lo hago con Rock FM. Error. Durante el fin de semana debo encadenar cinco canciones en las que saque grupo y tema. Hay veces que me he pasado tres horas intentando enganchar la racha. Dentro de este punto se puede decir que, desde hace años, el día de partido tengo que ponerme el I gotta feeling en algún momento.

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A lo que íbamos, hasta aquí he llegado. Han sido unos años increíblemente bonitos, pero muy angustiosos. No se imaginan las vueltas que le puede dar uno a la cabeza por si ha dejado alguna sin hacer. Para que se hagan una idea, viene a ser, más o menos, como cuando muchos de ustedes vuelven al coche para asegurarse de que lo han cerrado, sabedores de que lo han hecho.

Permítanme, para acabar, disfrutar de ese 0,0001% con el que que he participado estos años en los títulos del Atlético. Me lo he currado.

Así que, adiós TAC.

Hasta aquí hemos llegado.

O no.

jueves, 13 de mayo de 2021

ATLETI, tú eres el elegido (02:35; 13/05/2021; Pablo R escribiendo ...)


Llegábamos un tanto perjudicados a casa, después de un muy buen partido, después de unas cervezas casi en calma la mayoría del mismo y después de
un final, para variar, agónico. El caso es que tirado en el sofá (hoy comienzo unos días de asueto), me puse a hablar con mi tocayo, Pablo R. Después de unos cuantos WhatsApp en el Grupo en el que estamos (ATM 1903, muy originales no somos), con el resto de miembros imagino que en la cama, me aparece el aviso ese de Pablo R. escribiendo …. Y así una hora. Total, me fui a dormir.

Esta mañana me he encontrado la maravilla que viene a continuación. Disfrútenla y pónganse en cualquier ATLETI, como lo hacemos los que formamos dicho Grupo. Sitio tienen todos.

 

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Usted es ATLETI, corto y cambio, no sin antes decir que deseoso de ver la Crónica de ATLETI, sabiendo que ATLETI mañana pintará la pared en rojiblanco, que ATLETI llevará su línea cual 36 en sus mejores días, que ATLETI mirará a su jefe y querrá matarle cómo si fuera un mono de Camas, que ATLETI dejará en su web a Nike tirada porque el Escudo es lo primero, porque ATLETI estando a la moda entiende que la costumbre está por encima de la moda, porque ATLETI es cabeza grande como Godín y Miranda. Y cómo puede faltar ATLETI sin justicia, que para comer que ATLETI te prepare un buen chuletón; pues Miguel de Cervantes no veía Molinos, veía 2 ATLETI, 2 Hermanos grandes que acrecentaban con el tiempo. Y ATLETI boxeaba cual Policarpo Díaz o pedaleaba cual Chava Jiménez. Y ATLETI estaba vigilante para que nadie abandonara el barco, pues ATLETI no es maniático, sólo mueve el destino para ponerlo a su favor. ATLETI, tú eres el elegido.

 

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FORZA ATLETI SIEMPRE

jueves, 18 de febrero de 2021

MUCHAS GRACIAS, ATLETI



Antes de intentar juntar unas cuantas palabras, desde este humilde casiblog me gustaría dedicar un recuerdo a todos los que nos están dejando durante esta pesadilla que no acaba de terminar. Muy especialmente, me gustaría recordar a tantos de los Nuestros que se nos están marchando, demasiado temprano, camino al Tercer Anfiteatro. Descansen todos ellos en paz.

También quiero mandar todo el ánimo del mundo a todos los Amigos que lo han pasado, o lo están pasando, francamente mal. A esos Amigos, que con su trabajo nos llenaron de alegría o nos hicieron la vida más fácil, nos va a tocar devolverles la sonrisa; porque con todos Ellos (hosteleros, taxistas, peluqueros, libreros, …) tenemos la obligación moral de volcarnos en la medida de nuestras posibilidades. Y lo haremos.

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Casi un año ha pasado desde que comenzó esta maldita desgracia. Todavía recuerdo salir del trabajo aquel día de marzo, viernes 13 (comedia romántica aquella saga, al lado de lo que se avecinaba), sin saber a ciencia cierta si el lunes podríamos volver al tajo. Cierto es que los colegios ya estaban cerrados desde el lunes, pero la gran mayoría se tomaba/nos tomábamos el improbable confinamiento como un pequeño receso de dos semanas. La situación no parecía muy alarmante, o así nos llegaba desde los que mandan y dicen saber. Además, el Atlético acababa de eliminar al Liverpool, por lo que podríamos afrontar con una sonrisa lo que viniera, ¡qué coño! O eso pensábamos.

El sábado la cosa empezó a tornarse inquietante y se hizo oficial la declaración del estado de alarma por parte del Consejo de Ministros, anunciado un día antes por el presidente del Gobierno. De tal manera, fuimos muchos lo que tuvimos que volver deprisa y corriendo a los puestos de trabajo para coger ordenadores y demás utensilios que nos permitieran trabajar desde casa (teletrabajo fue uno de los términos y situaciones con el que deberíamos familiarizarnos). También hubimos de salir a toda velocidad para cargar un poco más la cesta de la compra, principalmente con cervezas y saladitos para estar bien cómodos. En principio, ya lo hemos dicho, iban a ser solamente esas dos semanas; pero a medida que avanzaba el tiempo la situación se iba complicando cada vez más y no sería hasta el 25 de mayo cuando podríamos volver a la famosa nueva normalidad, que nos queda infinitamente lejos de lo que entendemos o entendíamos como normalidad.

Hasta ese 25 de mayo tuvimos tiempo para casi todo lo que no tenemos tiempo casi nunca. Conseguimos aburrirnos de limpiar la cocina, de ordenar armarios, de colocar libros y discos, de ver partidos históricos del Atlético, de la wifi, de compartir espacio 24/7 con convivientes y convivientas, de pasear a una hora determinada cual recluso peligroso en prisión de máxima seguridad, de comprar papel higiénico, de intentar hacer pan o bollería casera, de beber cerveza en el sofá, de los zooms (al principio, la novedad, muy graciosos; después, rutinarios y aburridos, ya que no había pasado absolutamente nada desde la última quedada), de escuchar la horrorosa Resistiré, de aplaudir a los que lo hacen bien, de aporrear cacerolas a los que lo hacen mal, …. También conseguimos cansarnos de no poder visitar a familiares y amigos, de ver pasar fiestas y cumpleaños de puntillas, de no poder salir a tomar un cafetito mañanero o una cerveza vespertina, de no tener perro, del chándal, ….

Más de dos meses fueron los que permanecimos confinados/encerrados en nuestros domicilios, cumpliendo la inmensa mayoría con las medidas que nos eran puestas o impuestas. Durante este período, las cifras de muertos fueron horripilantes, desmoralizantes (las de contagiados e ingresados en UCI también, pero nada impacta más que un deceso). Poco ayudó a mejorar la situación el desgobierno de los unos y la deslealtad de los otros. Como siempre, el que pagó/paga/pagará la cuenta fue/es/será el ciudadano; con el agravante de la factura inaceptable que hubieron de pagar demasiados de nuestros Mayores, a los que (casi) literalmente se abandonó. Lo que sí se disparó infinitamente fue la tristeza. Y sumidos en ella seguimos.

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Al grano.

Y en lo que a nuestra Vida se refiere, poco voy a contarles que ustedes no sepan. Fueron tres meses los que estuvimos sin Atlético de Madrid, tres meses sin la Sagrada Camiseta en una cancha. Nos despedíamos un 11 de marzo (o bien entrado el 12, para los que tuvimos el acierto de pedir el jueves) con una sufridísima clasificación en Anfield Road (partido que vimos en bucle durante las primeras semanas de confinamiento), para regresar un 14 de junio, a las 14:00, en San Mamés. Pero no nos engañemos; aun hoy somos muchos los que consideramos que seguimos sin fútbol. Y es que llevamos casi un año sin estar con la Familia en la Grada, sin una previa, sin un pospartido largo y tendido, sin poder abrazarnos con nuestra Gente (abrazarnos para celebrar un gol o para animarnos en la derrota). Y se nos sigue haciendo duro. Muy duro.

En estos nueve meses de nuevo futbol, hemos intentado matar el hambre de la mejor manera posible. Hemos podido bajar al bar (al habitual o al que tuvimos que buscar en nuestro lugar de vacaciones). Nos hemos juntado en casa (en número y horario variables, intentando seguir una normativa voluble y casi ininteligible) o en la Peña (Rock and Roll, las más de las veces, Alcobendas y Cheyenne de Almería tuvo el honor de visitar servidor de ustedes). Últimamente, incluso, por fin hemos podido asistir a partidos del Madrileño o del Femenino. Como me comentaba Juanma el otro día en el Cerro, nos ayuda a soportarlo, es nuestra metadona. Pero necesitamos más. Y lo peor no es esto, ni mucho menos; lo peor es no saber cuándo volveremos al Estadio y si, cuando volvamos, lo podremos hacer con total normalidad. Porque empezamos con que iban a ser dos semanas las que estaríamos sin poder ir al Metropolitano. Luego, que volveríamos hacia mediados de mayo. Pasaron a darnos septiembre como fecha límite. Finales de año. Marzo 2021. Y, para serles sinceros, firmaría volver para inicios de la 2021/2022. Y no lo veo claro.

En este tiempo tan nefasto, y es lo que venía a decirles, ¡tanto rollo para esto!, ha habido algo que ha funcionado, a Dios gracias; algo que nos ha sacado una sonrisa y, lo mejor de todo, una esperanza: el Atlético de Madrid. El día de partido siempre ha sido para nosotros un día de fiesta y así decidimos vivirlo en aquel partido de San Mamés o anoche en Valencia, en casa o en el bar; pero es que deportivamente ha sido espectacular: Una derrota en liga, tras ¡¡¡TREINTA Y TRES!!! partidos, deja bien a las claras que nuestra plantilla ha dado todo lo que ha podido y más para ayudarnos a soportar esta desgracia. No sé ustedes, yo me imagino estos nueve meses con un Atlético en modo Valencia, por ejemplo y con perdón, y me entra una angustia terrible. Por todo ello, e independientemente de lo que pase de aquí a final de temporada, creo que es de justicia dar las gracias a quién nos está proporcionado esta bendita tabla de salvación, esta vía de escape. 

MUCHAS GRACIAS, ATLETI. Quedamos en deuda.

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FORZA ATLETI SIEMPRE